Guía de Alimentación del Niño(a) Menor de 2
años. Guías deAlimentación hasta la Adolescencia.
Dpto. Nutrición y Ciclo vital División de
Prevención y Control de prevención y control de enfermedades. Ministerio de
Salud Chile 2005
Alimentación del niño (a) de 12 – 23 meses
de edad
En esta etapa la velocidad de crecimiento disminuye, lo que produce un descenso
relativo de las necesidades nutricionales (en relación al peso). El apetito del
niño(a) está
orientado a satisfacer las necesidades energéticas, así a medida que incrementa
la densidad
energética y la consistencia de los alimentos, disminuye el volumen ingerido y
se produce
una disminución fisiológica del apetito.
A esta edad el niño(a) se adscribe paulatinamente a los horarios de alimentación
del
resto de la familia. Un niño(a) con un buen estado nutritivo, debe quedar con 4
horarios
definitivos (desayuno, almuerzo, once y comida).
El momento de las comidas debe ser compartido, toda vez que se pueda, con el
resto
del grupo familiar, con la máxima frecuencia que permitan las actividades del
grupo y las
necesidades de alimentación y del ciclo sueño-vigilia del menor. La
participación del
niño(a) en su propia comida y en la del grupo familiar debe representar, para
todos, una
experiencia de socialización positiva, que de ninguna manera se asocie a
reproches, castigo
o imposiciones, pero tampoco a gratificaciones que vayan más allá de la
experiencia
placentera de alimentarse.
La participación del niño(a) en actividades sociales de los adultos, en conjunto
con
la televisión y otros medios de comunicación, afectan la oferta y consumo de
alimentos y
contribuye a establecer patrones de vida sedentarios desde la infancia. Existen
en el
mercado productos de alta densidad calórica, con elevado contenido de grasas,
azúcar y/o
sal, como golosinas, alimentos fritos, gaseosas y otros, que producen saciedad y
llevan al
rechazo de las comidas regulares, con inapetencia aparente, que genera angustia
en los
padres o cuidadores; es deseable evitar este tipo de alimentos y estas
situaciones erradas. El
consumo habitual de estos alimentos deteriora la calidad de la dieta y favorece
el desarrollo
de obesidad, caries dentarias y otras enfermedades propias de los tiempos
actuales
(enfermedades crónicas no transmisibles del adulto).
Desde el punto de vista fisiológico, la erupción dentaria continúa y con ella
aumenta
progresivamente la madurez de las funciones bucales, aparecen los primeros
molares, con
lo cual el niño(a) está en condiciones de comer una alimentación de mayor
consistencia,
primero molida con tenedor y luego picada, pero blanda, progresivamente la
comida puede
contener trozos de alimentos blandos. Solamente cuando el niño(a) tiene todos
los molares
(mayores de 2 años) está en condiciones de masticar adecuadamente alimentos
enteros,
blandos, los que siempre deben ser incorporados paulatinamente. Es necesario
también, que
ejercite los labios para lograr el cierre bucal normal, lo que se facilita
permitiéndole que
coma trozos de alimentos blandos manejados con sus propias manos y también
enseñarle a
beber de un vaso sin que derrame líquido. No olvidar que el niño(a) debe y
quiere aprender
la mecánica de la alimentación para hacerse autosuficiente con respecto al acto
de
alimentarse. En esta etapa erupcionan los primeros molares y se debe incorporar
el uso de
cepillo de dientes, sin pasta dental, para el aseo bucal.
Consideraciones prácticas para alimentar al niño(a) entre 12 a 23 meses de edad :
Lactancia Materna o Fórmula láctea
La lactancia materna puede comenzar a ser reemplazada por fórmula láctea
(idealmente
guiado por el niño(a)), especialmente si el niño(a) experimenta alteraciones en
el
crecimiento somático o en el desarrollo de la conducta alimentaria, o bien, si
la madre
ya no desea o no puede amamantar.
La fórmula láctea a esta edad es sobre la base de leche de vaca en polvo al
26%-18%
de materia grasa. Existen numerosas formulaciones disponibles en el mercado.
Desde
los 18 meses además, se introduce en el Programa Nacional de Alimentación
Complementaria, Purita Cereal, fórmula láctea en polvo con base en leche
semidescremada, cereales, alta en calcio y fortificada con vitaminas y minerales
.
Estas fórmulas deben ser reconstituidas al 10%, con agregado de sacarosa al
2,5% y
cereales al 3%-5% según estado nutricional e indicación por el profesional de
salud.
Puede usarse también leche fluida con 26% de materia grasa con los mismos
agregados. Debe limitarse el azúcar y/o el cereal si hay tendencia al sobrepeso,
pero no
debe limitarse el aporte de leche.
A esta edad, el niño(a) debe estar tomando leche materna o fórmula láctea al
desayuno
(7 – 8 h) y once (16 h); se recomienda la suspensión de la leche de la noche a
partir de
los 12 meses (en aquellos niños(as) cuya situación nutricional es deficitaria o
los que
reciben aún lactancia materna, puede mantenerse).
En el caso de no poder suspender el biberón nocturno, una alternativa es
cambiarlo de
horario, acercándolo al horario de comida, de modo que no se asocie dormir con
el uso
del biberón. La asociación entre el uso del biberón y la presencia de caries,
está
demostrado en varias investigaciones.
No es recomendable reemplazar esta leche por agua u otros líquidos nocturnos
que
puedan interferir con el ciclo de sueño.
El volumen de leche debe completar un total de 400 a 500 ml/día, en caso que
este
volumen no se alcance debe agregarse otro producto lácteo en el día (queso,
quesillo,
yogurt, etc) que contribuya a cubrir los requerimientos de calcio.
Recomendaciones prácticas para la alimentación sólida:
La consistencia de la alimentación sólida debe ser totalmente molida hasta los
12
meses, luego se pueden incorporar algunos alimentos picados según la dentición.
Esto
va asociado a la salida de los primeros molares y al desarrollo de la
masticación y
deglución.
Durante el segundo año de vida (12 a 24 meses) los alimentos se pueden
presentar
separados en el plato para estimular al lactante con la visión de diferentes
colores y
formas.
Crear el hábito de la ensalada desde los 12 meses, progresivamente
(inicialmente
tomate, betarraga, zanahoria cocida, palta).
Entre los líquidos a aportar es recomendable aportar el agua ad libitum, con
un
promedio de 200 ml/día. Si se dan jugos de fruta natural debe ser sin agregado
de
azúcar. El agua debe ofrecerse hervida en aquellas zonas en que no es potable,
sin adición de azúcar, miel u otro saborizante o edulcorante (endulzante), la que
puede
darse a beber 3 a 4 veces al día.
No es recomendable el uso de edulcorantes artificiales. En condiciones
especiales su
uso debe restringirse a valores limitados por sexo y edad y a indicación médica.
Es necesario establecer diariamente dos comidas al día: almuerzo (11 – 12
horas) y
cena (19-20 horas). Tanto el almuerzo como la cena no deben ser reemplazadas por
una
mamada o fórmula láctea. Se recomienda que la duración de la alimentación sólida
demore entre 20 y 40 minutos cada vez.
No se debe dar colaciones ni alimentos fuera de las horas señaladas para las
comidas
principales, salvo excepciones justificadas. Si no fuera posible respetar los
intervalos
de horarios de alimentación (cada 4 horas), el volumen y/o el aporte de
nutrientes, o si
está instaurado en el jardín y/o sala cuna, podrán administrarse colaciones
saludables
(Anexo 22), las que no reemplazan una alimentación balanceada y deben adecuarse
a
las necesidades nutricionales del niño(a), siendo de preferencia frutas,
verduras, lácteos
de bajo contenido graso, cereales y líquidos sin azúcar.
Se recomienda incluir a diario frutas y verduras, crudas o cocidas, cereales,
aceite de
origen vegetal crudo y un alimento proteico, como carnes, una porción de
legumbres o
un huevo.
No es recomendable el aporte extra de sal, en especial el aportado en la mesa.